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lunes, 7 de marzo de 2011

“Un baile bajo las estrellas” By. Marce

Cuarto Lugar

Disclaimer: Los personajes aquí presentes son de la escritora S. Meyer. No los uso con fines de lucro, tan solo manipulo sus nombres en esta historia.

Y heme aquí otra vez. Sentada en un banco esperando a que la dichosa campana sonara, para dar inicio a las clases. Volví a sacar mi trabajo de Física, en el cual había puesto muchísimo esfuerzo por que quedara perfecto, anhelando sacar la máxima calificación. Había tratado por meses sacar la máxima calificación y ser nombrada como la estudiante del mes, pero algo me lo impedía, aunque en verdad era alguien. Ese alguien que sacaba dieces con cada prueba que tocaba, que era nombrado estudiante del mes, todos los meses del dichoso año y yo en el miserable segundo lugar.

—Buenos días—me dijo con una mirada arrogante mientras pasaba delante de mí con aquel caminar despreocupado.

—Cullen—dije en voz baja mientras hervía mi sangre en mi interior.

Este se rió por lo bajo y siguió caminando. Lo odiaba, lo odiaba mucho, desde aquel día, cuando estábamos en secundaria, yo usaba unas feas gafas mientras él podía pasar como un modelo juvenil de trajes de baños masculino. Se burlaba de mí, y me decía que era una nerd. Como era de esperarse, todos los demás le seguían el juego. Traté de vencerlo en ese entonces y hasta ahora no he podido lograrlo.

El sonido de la campana me sacó de mis pensamientos en el pasado y me regresó al frustrante presente. Miré por última vez mi trabajo y feliz por el resultado de aquellas noches en vela, me dirigí hacia mi primera clase, Literatura.

— ¿Quién leyó Romeo y Julieta?—preguntó el profesor al entrar al salón. Tan solo dos personas levantaron sus manos. Yo, y… él.

—Como me lo esperaba—dijo negando con la cabeza. —Lo veremos en una película.

Cuando la película comenzó, sentí un sueño terrible, ya había visto esa película trillones de veces y las noches en vela me estaban pasando factura. Vi como Jessica—que estaba sentada frente a mí—, ponía muy discretamente un papelito maltratado y doblado en mi mesa. Lo tomé delicadamente, y con la poca luz que había pude leer:

“¿Te unes al comité organizativo para el Baile de San Valentín? ¡Te necesitamos!”

—Sabes que eres buena para echar cálculos rápidamente y tu gusto es bueno—susurró sin voltearse.

—Bien—dije muy bajito. Me recosté en mi mesa con los brazos cruzados sobre esta y recostando mi cabeza. La película iba ya por la mitad cuando decidí girar mi cabeza hacia la derecha. Me encontré a un Edward recostado en su silla y los brazos cruzados mientras tenía los ojos clavados en mí. Un escalofrío recorrió mi columna vertebral, haciendo evitara su mirada instantáneamente.

La película había terminado mientras yo estaba perdida entre mis pensamientos y medio dormida y ni siquiera me di cuenta cuando el profesor me había hecho una pregunta.

— ¡Señorita Swan! ¡No se duerma en mi clase!—subió la voz furioso. Me puse recta en mi silla mientras escuchaba risas como música de fondo—Y bien, ¿Cuál es la respuesta?

¿Qué? Ni siquiera había escuchado la pregunta. Una dichosa mano se elevó, y la vista del profesor se dirigió en su dirección.

—Cullen…—dijo suspirando.

— ¡Ojos, mirad por última vez! ¡Brazos, dad vuestro último abrazo! Y labios, puertas del aliento, ¡sellad con un beso un trato perpetuo con la ávida Muerte!—recitó a la perfección. Arrogante.

Pero pude apreciar que mientras decía esto, tenía la vista fija en mí, y algo en mi interior se removió. Evité su mirada y me crucé de brazos, esperando a que la oportuna clase terminara.

La siguiente clase—Física—, pasó frustrante, lenta y desquiciantemente, por el simple hecho de que Edward saco un diez y a mí me pusieron un nueve. No reclamé ni pedí mas nada, estaba al punto de rendirme en superarlo por una sola vez.

—Buena suerte la próxima Swan—susurró en mi oído mientras se sentaba a mi lado. Sí, por desgracia era mi compañero de pupitre.

—Cállate Cullen.

El se rió por lo bajo mientras lo maldecía en mi interior. Aunque no ignoré cuando sentí su brazo rozar con el mío “accidentalmente” durante el transcurso de la clase, ni su mano rozando la mía cuando iba a coger mi borrador, que por cierto, ni siquiera pidió prestado.

~*~
Me desplomé en mi cama cuando por fin había llegado a mi dulce hogar. Me había quedado hasta tarde planeando con el comité encargado del Baile de San Valentín. Por el hecho de que se había retrasado mucho, tuvimos que hacer la mayoría de los trámites esta tarde—como el DJ, las guirnaldas rojas, el fotógrafo para el evento y algunas decoraciones más—, por lo que había terminado echando cálculos la mayoría de la tarde y contar el dinero recaudado la semana anterior, en el cual se había organizado una actividad para los estudiantes de la escuela, con el fin de recaudar el dinero para esta fiesta.

Tan solo teníamos cuatro días para organizar esto, y que resultara la mejor fiesta del año.

Medio dormida, hice mis tareas rápidamente y me acosté a dormir, el sueño me venció tan rápidamente. Pero mi sueño se convirtió muy extraño cuando apareció él.

Bailábamos al ritmo de la lenta música mientras unas leves luces de tonos blancos y rojos iluminaban tranquilamente la pista. El me sostenía firmemente de la cintura mientras mis manos descansaban en su cuello, los dos sonreíamos, el con su hermosa sonrisa de lado y yo tímidamente. La música fue sonando más despacio mientras nuestros rostros se acercaban…

Desperté en ese instante, un poco aturdida, pero ni molesta, ni confundida ni nada. Tan solo pensativa. No podía negar que se veía bien en ese sueño, pero… ¿por qué esa actitud conmigo? Lo veía y no era así con los demás. Una tristeza me cubrió por un segundo, pero decidiendo dejar de pensar en eso, fui a cambiarme y hacer todas mis tareas matutinas para comenzar con otro día de escuela.

Luego de desayunar y despedirme de mis padres, en poco tiempo, me encontraba nuevamente sentada en un banco esperando al sonido de la campana. Sentían un fuerte dolor de cabeza y comenzaba a tener frío, aunque el clima en Forks no era para nada caliente. Cuando la campana sonó me mareé al pararme, y el dolor de cabeza aumentó. Tocaba Física como primera hora, así que me dirigí hacia el salón del fondo del Edificio 2.

La voz del profesor se me hacía distante, y mi cabeza daba miles de vueltas. Edward Arrogante Cullen estaba a mi lado con el mentón apoyado en su mano mientras con la otra jugueteaba con un lápiz, en lo que esperaba a que el profesor corrigiera los ejercicios que había dejado.

Aún yo iba por el cuarto ejercicio y el lápiz se resbaló de mi mano. Por alguna razón no podía concentrarme, me dolía mucho la cabeza y sentía frío. Apoyé los codos en la mesa y me cubría el rostro.

—Swan… ¿Estás bien?—susurró Cullen a mi lado, con tono preocupante.

—No—dije mientras me recostaba en la mesa.

— ¿Qué tienes?—preguntó. Esta podía ser una de las poquísimas veces en las que hablábamos sin pelear. Es que… ¿Por qué era tan arrogante y presumido conmigo?

—Me duele la cabeza, y tengo frío.

Puso una mano en mi frente y frunció el ceño y luego la puso en mi cuello. Aquel contacto hizo que me recorriera un escalofrío. Escuché como el profesor se paraba y pasaba por cada mesa recogiendo la tarea que había dejado el día anterior.

— ¿Dónde tienes tu tarea?—dijo mientras rebuscaba en mi mochila.

—Dentro del libro de Física— ¿Qué pasaba con su actitud? De arrogante y presumido a un buen amigo…

— ¿Pasa algo Isabella?—preguntó el profesor al lado de nuestra mesa. Edward le pasó las hojas y contestó:

—Creo que tiene fiebre.

—Acompáñela hasta la enfermería Cullen—dijo mientras seguía pasando por las mesas.

—Vamos—susurró mientras ayudaba a pararme. Como pude, puse mi brazo alrededor de mi cuello, y el deslizar su brazo por mi cintura. Mi cara estaba sonrojada completamente, y él cargaba la mayoría de mi peso sin dificultad. Podía sentir los músculos de su brazo tensarse cuando me ayudaba a bajar la escalera. Cuando llegamos, me ayudó a recostarme en una camilla y me cubrió con las sábanas, me sonrió y se fue a buscar a la enfermera. Eso fue lo último que vi antes de quedar completamente dormida.

~*~

Abrí los ojos de a poquito, tal vez lo que había vivido hace unas horas había sido un sueño y me preparaba nuevamente para ir a la escuela. Me estiré, pero al ver a Edward sentado en una silla mientras tenía su cabeza en mi cama en una posición bastante incómoda, supe que aquello había sido de verdad. ¿Pero cómo? ¿Por qué se había comportado así? No lo entendía. Me senté de rodillas en mi cama y alcancé una goma para cabello de la mesita de noche y me hice una cola de caballo.

Mi reloj-despertador marcaba las siete en punto de la noche. Temía despertarlo. Su cabello cobrizo despeinado, más de lo habitual y un poco estaba pegado a su frente, haciéndolo ver verdaderamente adorable. Me mordí el labio inferior, indecisa.

Quité el cabello que estaba pegado a su frente y al contenerme, me hallé acariciando su melena cobriza que era como seda entre mis dedos. El se removió y abrió los ojos.

—Bella—sacudió levemente la cabeza y me miró, para luego sonreír.

—Em… Gracias—giré mi cola entre mis dedos, nerviosa, mientras evitaba su mirada.

—No hay de que—dijo frunciendo el ceño.

— ¿Por qué lo hiciste?

— ¿Hacer qué?

—Eso. Me ayudaste, y no lo sé, por un momento creí que hasta te importaba.

El solo levantó los hombros, pero no respondió.

—Creía que me odiabas—cambié mi posición y me puse con las piernas cruzadas, mientras jugueteaba con mi sábana.

— ¿Tienes pareja para el baile?—cambió abruptamente de tema, agarrándome con la guardia baja.

—No—dije nerviosa.

— ¿Quieres ir conmigo?—dijo tan naturalmente. ¿Habría cámaras escondidas?

—Pensé que tendrías miles de ofertas.

—Tal vez… pero no acepté a ninguna.

—Pues… bien entonces—sonreí.

Nos quedamos hablando unos minutos como un buen par de amigos, hasta que llegó la hora de despedirse. Pronto llegaron mis padres, y cenamos, mientras pensaba en él. ¿Cómo había cambiado todo tan repentinamente? En tan pocas horas, nos habíamos convertido de rivales a “amigos”. Pero aún no entendía. Era todo tan confuso.

~*~
Pensé que ese día sería diferente, que no tendríamos que discutir ni nada por el estilo. Aunque suponía que discutir a cada minuto del día se había convertido en una costumbre nuestra. Pero no, no fue diferente. Discutimos a primera, tercera y quinta hora. ¡Ah! Y en el almuerzo. Había tropezado y mi almuerzo había acabado en su suéter, me miró con mala cara para luego marcharse sin decir nada. Suspiré enojada y fui a sentarme junto a Alice, Jasper y Jessica, que hablaban del baile.

— ¿Cómo estás?—preguntó Alice.

—Mejor. Por cierto… lamento no haberme presentado ayer con ustedes a terminar de organizar la fiesta—me giré hacia Jessica.

—No hay de qué preocuparse, ayer terminamos de hacer todo.

— ¡Son maravillosos! En menos de cuatro días organizaron un gran baile.

—Era eso o no hacer nada. Y créeme que sería una tragedia para nosotros—señalo a Alice.

Todos reímos mientras la pequeña de mi amiga sonreía sarcásticamente. No volví a toparme con Edward en todo el día.

El día, las horas, los minutos y segundos pasaron volando y ya nos encontrábamos a pocas horas del baile. Estaba enojada, frustrada y triste. Edward ya no sería mi pareja, corrían los rumores de que aceptó ir con Lauren. El me evitaba y discutía conmigo por cualquier tontería. Tuve un par de propuestas, pero no acepté ninguna. No entendía, pero en verdad quería ir con él. De todas maneras, el comité organizativo tenía que asistir.

Me puse un vestido azul por encima de las rodillas con algunos detalles con lentejuelas en la falda y parte superior. Me puse unos zapatos de tacón plateados que me había prestado Alice junto con unos accesorios que iban a juego con el vestido, me maquillé suavemente y dejé mi cabello cayendo en leves bucles que lucían adorables, recogí parte de mi cabello con un broche y en treinta minutos ya estaba lista.

—Adiós cariño, diviértete—me dijo mi madre cuando me dejaba en la escuela.

—Gracias. Adiós.

Caminé hacia el gimnasio mientras chequeaba un mensaje que llegó recientemente en el celular. Unas manos cubrieron mis ojos.

— ¿Quién es?

—Tu peor pesadilla—reí ante su mala imitación de villano.

—Si, como no. ¿Qué haces aquí?

—Solo me pasaba, una pequeña y molestosa ave me avisó—dijo con cara de inocente.

—Alice…—negué sonriendo.

—Estas hermosa—dijo sonriendo. —Vamos, va a comenzar la fiesta—me ofreció su brazo, el cual tomé.

El había sido mi mejor amigo desde pequeña, pero se había ido hace pocos años a otra escuela y tenía muchísimo tiempo sin verlo. En verdad, era una muy grata compañía.

Bailamos por mucho rato, hablando de lo que habíamos hecho durante todo este tiempo. Ya sabía que desde hace un tiempo le gustaba, pero él había sabido esconderlo para no arruinar nuestra amistad.

—Bella… no me hubiera gustado hacer esto, pero vine aquí para despedirme.

— ¿Despedirte? ¿De qué hablas?

—Conseguí una beca para una escuela en Europa y no puedo desaprovechar esta oportunidad.

—Jake… me alegro mucho por ti—dije mientras escondía mi cabeza en su hombro y trataba de reprimir los sollozos y aquella música lenta tampoco me ayudaba mucho. Aunque estábamos un poco alejados de los demás.

—Bella, no te pongas así, sabes que me mata verte así. Pero nos vamos a volver a ver. Mi avión parte en pocas horas.

—Te voy a extrañar mucho.

—Yo también—suspiró—. Pero no hagamos esta despedida un mar de llanto. Te tengo un regalo de San Valentín—sonrió traviesamente.

— ¿En serio? Pero yo no tengo nada para ti—dije mordiéndome el labio inferior.

—Eso no importa, ahora, cierra los ojos.

Hice lo que me indicó y él me dio la vuelta. Supe que lo que me estaba poniendo era una cadena. Abrí los ojos cuando me lo permitió y miré el dije que colgaba de esta. Era una flor, azul, muy, muy hermosa. Miré la parte de atrás de dije y vi una J grabada detrás de esta.

—Es hermosa—lo abracé por el cuello mientras un par de lágrimas rodaban por mis ojos.—Toma—dije quitándome la cadena que tenía puesta antes de que él me pusiera su regalo. Era una cadena que había comprado hace tiempo, la cadena que más me gustaba, tenía un dije en forma de B y nunca me la quitaba. La puse en la palma de su mano y la cerré. –No me olvides Jake.

—Nunca lo haré—me dio un beso cerca de la comisura de los labios y e abrazó, para bailar la última canción antes de irse al aeropuerto. Una lágrima más salió de mis ojos cuando se fue, el había sido como el hermano que nunca tuve, aunque nunca dejó que su enamoramiento influyera en nuestra amistad. Le deseé buen viaje y este se marchó en su auto.

Me quedé parada hasta que el auto desapareció de mi vista. No sé cuánto tiempo tenía ahí pensativa.

— ¿Quién era él?—preguntó alguien detrás de mí. Me giré para encontrarme con Edward.

— ¿A ti que te importa?—contesté tajante, mientras cruzaba la puerta del gimnasio. El apoyó el brazo en el marco de la puerta impidiéndome el paso.—Déjame cruzar.

— ¿Por qué no quisiste venir conmigo?—su gesto cambió inmediatamente.

— ¿Acaso eres bipolar? En un momento estás molesto conmigo y luego, tu actitud cambia bastante. Esto me está hartando.

— ¿Por qué no viniste conmigo?—insistió.

—No lo sé. Piensa, y tal vez encuentres la respuesta—traté de cruzar nuevamente, pero el volvió a impedirlo.—Déjame pasar Cullen.

Este, en un veloz movimiento, logró pegar mi espalda contra la pared y sujetarme por los hombros.

— ¿Es que no te das cuenta?—preguntó frustrado.

— ¿Darme cuenta de qué?

—Me gustas Swan—mis ojos se abrieron desmesuradamente ante esa declaración.

— ¿Qué? A ver Cullen, no te entiendo.

— ¿Qué no entiendes?

—Pensé que me odiabas.

—Lamento haber actuado así todos estos años. Al principio, comenzó como una mera competencia, entre tú y yo. Me esforzaba por ganarte, y lo lograba, y tú seguían intentándolo, pero te seguía ganando. Me divertía ganar y alimentaba cada vez más mi ego. Pero luego pensé y vi que después que no era solo una competencia. Aunque no lo veas así, era mi oportunidad de acercarme más a ti. Yo le pedí a la profesora que me cambiara de asiento para estar contigo en Física, pero me ponía nervioso y en un segundo ya estábamos discutiendo. Me gustas mucho Bella.

—Edward…—evité su mirada.—Esto que me dices… ¿Es completamente cierto?

— ¡Que sí! No sabes cuánto tiempo me he resistido para no besarte Bella.

—Yo pensé que me odiabas.

—No es cierto Bella. Pero, ¿tú me odias?

—No Edward. Me frustrabas, y enojabas a veces, pero no te odio.

—Tengo algo para ti. Sacó la caja de su bolsillo y la abrió. Adentro había brazalete. Este tenía muchos dijes, estrellas, pequeñas flores y en medio, un corazón.
Él lo puso delicadamente en mi muñeca. Luego nos sonreímos y me ofreció su mano, yo la tomé y comenzamos a bailar en lento ritmo que resonaba desde adentro.

—Aunque a lo mejor no te das cuenta, sabes mucho de mí.

— ¿Sabes? Tú también me gustas. Y gracias por el regalo, está hermoso.

—No tiene comparación contigo—dijo mirándome a los ojos.

—Pero yo no te traje nada.

—Tú eres todo lo que necesito—susurró mientras cerraba los ojos.

Suspiré. Tal vez puramente enamorada. Definitivamente este era el mejor San Valentín de mi vida.

—Feliz San Valentín—dijo mientras pegaba sus labios a los míos, mientras seguíamos bailando bajo el manto oscuro decorado con pequeñas y hermosas estrellas.

—Feliz San Valentín Edward—volví a besarlo, para sentir como sonreía y me envolvía en un tierno abrazo donde expresaba sus sentimientos por mí.

El mejor San Valentín…

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